sábado, 11 de julio de 2009

Animales suicidas 3.

El Niño Araña le cuenta a Mahäki que el Planeta Tierra por dentro tiene esquinas. Mientras pasean por la calle de noche el joven Sartori silba pequeñito y el Niño Araña cuenta que hubo, hace miles y miles de años, una tierra que era sólo tejido sobre tejido, abundaban las chicas tontas y locas y Dios no tenía manos. El silbido que hace Mahäki es una variación de la nota Re. "Dios tenía muchos ojos, a pesar de que únicamente veía el Universo. Sus palabras no hacían al instante las cosas, lo iban construyendo todo de a poquito. Y era engañado por las chicas tontas y locas, yo creo que fue ahí que se enojó". Mahäki silba chiquitito y grave, chiquitito y agudo, grande y agudo, grande y grave, y hace eso que consiste en sonar cuando aspira y sonar cuando expira, para que la canción que va improvisando no se detenga nunca. "Dios se puso peludo. Y nosotros los Niños Araña nos pusimos peludos, a su imagen y semejanza. No contento con nuestra asimilación, Dios nos hizo una cicatriz".

- Quiero verla - se interrumpió el joven Sartori.

El Niño Araña se arremangó hasta el hombro y le mostró.

- ¡Pero si esto es un dibujo! ¡Te lo hiciste con un plumón, tú!

"Bueno... Yo soy de Tercera Generación. A nosotros no nos tocó la suerte que a nuestros predecesores. Pero mira, es bonito, tiene abdomen y....". Desvió la vista y volvió a arquear los labios en busca de melodía. Mahäki recuperó prontamente el ritmo deseado.

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