lunes, 13 de julio de 2009

Horrores de la superficie 1.

Con mi padre vivíamos en las alcantarillas hasta hace unos minutos. Cuando ve que yo me traje mi conejo, se pone muy raro y me ofrece dejarlo atrás.

- La ciudad es amplia, habrá otros conejos.
- Pero a mí me gusta el mío.
- No será bienvenido aquí, te traerá problemas.
- Pero a mí me gusta el mío.
- Si insistes me harás enojar mucho.
- Pero a mí me gusta el mío.

Papá desenfunda su arma y, habiéndome levantado introductoriamente las cejas en señal de "te enteras", procede a matar a mi conejo de un disparo. Le pongo cara de pregunta suplicante, y él contesta de un modo parecido.

- Tan simple como eso - dice, mientras el breve humo de la pistola se disipa.

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