viernes, 10 de julio de 2009

Los cartógrafos alienados 1.

- Acabo de tener la impresión
Y con lo caros que están los cartuchos...
- de que
Se dice planamente "que", digo yo ¿no?.
- sobre nosotros
Mucho hay, tanto arriba como abajo.
Y todo es presión, o impresión, como dices al principio.
- De que sobre nosotros pende un fantasma.
Entremedio de nosotros será.
- Sí, ¡verdad!, la silla vacía que hay entremedio. ¿No era musical?
Era ¡pop!, la música saltaba de la silla, aunque no hubiese nada sobre ella.
La silla reemplazaba la ausencia total; de silla, de posibilidad de ocupante.
Nos estamos poniendo literatos, cabros. ¿Hablabas de un fantasma?
- El fantasma es el que nos haría hablar.
Sobre fantasmas nos haría hablar... Son tan autorreferentes, no pueden soportar que lo suyo sea tragedia.
Volvamos a nuestro mapa mejor.
- Sí, lo que yo decía, mira.
Para eso vinimos, para lo que tú decías, para lo que mirabas.
- Nosotros siempre hemos venido aquí, aunque no fuera por mis palabras o mis ojos.
Desde lejos, sí.
Ni siquiera nos saludábamos al llegar. Pasábamos al mapa sin mediar en insultos.
- Y con el mapa justo en medio de la cuestión.
La Mesa era la cuestión.
- Y era curioso, porque
todos veníamos con un mapa en la polera.
Nadie se daba cuenta que era un mapa. Creían que eran impresiones de fotos viejas.
O fotos de pueblos.
- O rayones infantiles. Eran mapas.
- Y en vez, lo que todos hacían eran mirar el mapa sobre La Mesa. Nosotros nos sentábamos a la mesa, a veces también nos daba por mirar el mapa.
Era una amante, La Gran Amante.
Era nuestro ícono.
- Nuestra cara hacia afuera, la gente nos daba significado por sentarnos aquí todas las tardes de sábado y venir al mapa y la mesa, con una silla de sobra...
Éramos como los tres mosqueteros. Faltaba Dartagnan.
- Qué cita, hombre, Los Mosqueperros, qué nostalgia.
La Mesa era lo que más me gustaba a mí.
- Muy bien diseñada, caótica, de madera bruta, con cortes rabiosos... Estoy muy de acuerdo.
Y mi polera era fascinante.
- Tu polera no me gustaba a mí.
Culiado, yo por la tuya me la jugaba al menos.
- Y el mapa me gustaba un poco, también.
¿El mapa? Son tus particularidades y... Bueno, qué le vamos a hacer. Así eres tú, y así te queremos, pese a las diferencias.
- ¿Sería por el fantasma, que nos miraba y se acercaba la gente?
- No importa. Nada de eso importa. Lo esencial es que aparte del mapa al centro, nosotros llevábamos poleras que eran mapas ocultos.
Y que esas poleras algún día las verían todos.
- Y que nos sentábamos a La Mesa, esperando que las vieran y se maravillaran como si ante el final de mundo estuvieran.
- Cordilleras, éramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario