- ¿Quieres venir con nosotros? - le preguntan ambos, viéndolo solo.
Siguru-Chan nunca viaja. Y en el aquí ahora no está. Por lo que mira hacia el cielo y pregunta:
- ¿Sea que Siguru stá solo, beim?
Ellos no entienden. Siguru-Kun no entiende. Y al final todo queda en nada, en vacío, en malestar.
Lo importante es que hay mujeres, se dice. Mujeres rubias, mujeres japonesas, mujeres europeas. A veces sucede que algo les llama la atención a las mujeres sobre ese solo tipo que es él. Y el solo tipo aquiesce en que se trata de un cumplido muy amable, así que opta por la seguridad.
- Estemos juntos, ¿beim? - le dice él.
- Me encantaría -, dirá siempre una de ellas, beim.
A veces, la petición de estar juntos suena extraña. Así, de la nada, todo demasiado rápido.
El problema yace en el apuro del corazón del tipo solo.
Pero Siguru-Chan es una mezcla de ritmo y avance, y eso, a algunas, les gusta perseguir, y a otras, simplemente, les cuesta.
- ¿Qué haré - se pregunta Siguru - si me atrapan?
- Tonto - le dice de vez en cuando alguna - ¡nadie te puede dañar!
- ¿Qué haré, entonces, si no me atrapan? -.
"¡Tonto a secas!", dicen algunas. "Lindo", concluyen, si es que Siguru anda con suerte.
Y Siguru finalmente se conforma, confiado, ciego en el mañana, de que la mejor forma de vivir en soledad es, como bien presagian las estrellas, sin preocuparse y hacia adelante. Y concluye, por su parte: "Viaje, beim", como para empezar a dormir tranquilo.
Así sea, dicen por su parte los Animales Suicidas, que lo han observado todo este rato y siguen esperando una respuesta en buen polar.
- ... -.
("Afirmativo", le señala Charly a Mahäki.)
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