viernes, 11 de septiembre de 2009

Los viajes de Siguru-Chan 1.

- ¿Quieres venir con nosotros? - le preguntan ambos, viéndolo solo.

Siguru-Chan nunca viaja. Y en el aquí ahora no está. Por lo que mira hacia el cielo y pregunta:


- ¿Sea que Siguru stá solo, beim?


Ellos no entienden. Siguru-Kun no entiende. Y al final todo queda en nada, en vacío, en malestar.

Lo importante es que hay mujeres, se dice. Mujeres rubias, mujeres japonesas, mujeres europeas. A veces sucede que algo les llama la atención a las mujeres sobre ese solo tipo que es él. Y el solo tipo aquiesce en que se trata de un cumplido muy amable, así que opta por la seguridad.

- Estemos juntos, ¿beim? - le dice él.
- Me encantaría -, dirá siempre una de ellas, beim.

A veces, la petición de estar juntos suena extraña. Así, de la nada, todo demasiado rápido.

El problema yace en el apuro del corazón del tipo solo.

Pero Siguru-Chan es una mezcla de ritmo y avance, y eso, a algunas, les gusta perseguir, y a otras, simplemente, les cuesta.

- ¿Qué haré - se pregunta Siguru - si me atrapan?
- Tonto - le dice de vez en cuando alguna - ¡nadie te puede dañar!
- ¿Qué haré, entonces, si no me atrapan? -.

"¡Tonto a secas!", dicen algunas. "Lindo", concluyen, si es que Siguru anda con suerte.

Y Siguru finalmente se conforma, confiado, ciego en el mañana, de que la mejor forma de vivir en soledad es, como bien presagian las estrellas, sin preocuparse y hacia adelante. Y concluye, por su parte: "Viaje, beim", como para empezar a dormir tranquilo.

Así sea, dicen por su parte los Animales Suicidas, que lo han observado todo este rato y siguen esperando una respuesta en buen polar.


- ... -.


("Afirmativo", le señala Charly a Mahäki.)

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