En toda pesadilla, dicen los grandes, uno está solo consigo mismo: estos son mis sueños, este es mi mundo interior, y nada (más que, aventuraría, el ligero sonido de la noche) podría afectar mi concepción de mundo más que lo básico:
- Mi ritmo cardíaco.
- Mi respiración.
- En fin.
Mi cuerpo y la tranquila noche.
Es por eso que las noches son tan terribles siempre. Uno está solo ahí, con los cubrecamas sin ordenar (porque no los ordena uno), y sin nadie que te acompañe.
Entonces, como no estás acostumbrado a estas cosas, te sientes mal.
Y tienes pesadillas.
Y al despertar, es como una rabia que simplemente ya no sabes...
... a quién tienes que dirigir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario